Claraboya

Cada vez que pasamos por una calle, y vemos las casas que forman parte de ese vecindario, de ese espacio de tierra, no podemos dejar de imaginar cómo será la gente que vive dentro de aquellas paredes. En una suerte de imaginación y de interés mezclados, nos creamos una hipótesis de su personalidad, de sus actitudes y de las conductas que podrían estar realizando. Si nos quedamos sólo con ello, podemos inventar una vida a los que ya la tienen.
Cada familia, que vive dentro de estas casas, cada grupo de personas (aunque no compartan un lazo sanguíneo) es propensa a cambiar su estado de ánimo por el contacto de los demás. En las vecindades o en los edificios de departamentos, cada persona es independiente, pero se encuentra ligada a sus vecinos debido a que, la distancia, hace que sean proclives a escuchar, sentir, compartir momentos con ellos.
Esto es algo que vemos en Claraboya, escrita por José Saramago.
Sinopsis:
En una casa viven varias personas que no son familiares, pero que el tiempo los ha hecho ser partícipes de la vida del otro. En ella vive un zapatero de buena conversación y su esposa. Una mujer mantenida por un hombre que la visita por las noches. Un padre, una esposa y una hija que sufren por la economía. Una familia que no se da cuenta que, tras su separación podrían afectar a su hijo. Una familia conformada por cuatro mujeres que tienen secretos entre ellas. Todos se verán entrelazadas por un nuevo inquilino que llegará de paso a mover todo.
Es extraño ver pasar a la gente y no saber nada de ellas, verlas caminar, entrar en cualquier lugar o a sus casas, y ser un completo extraño. Lo que el libro hace, y Saramago principalmente, es que logra acercarnos no sólo a una familia, sino a toda una constelación de personas y conocerlas, sin que ellos se den cuenta. Sí, podría sonar muy extraño, pero en realidad es tan atractivo y lleno de emociones.
El escritor portugués, con su literatura tan profunda, llevada con frases que cualquiera puede entender, con su toque de comedia sencilla, pero muy buena, con pasajes reflexivos, logra hacernos partícipes de una cantidad de personas, de sus problemas, de sus quereres, de sus sueños y deseos, de todo lo que cada uno de ellos experimenta. La llegada del nuevo inquilino bien puede ser el propio lector al ser parte de la vida de todos ellos.
Ahora bien, si nos vamos adentrando en sus vidas, no podemos dejar de identificarnos con alguno de ellos. Cada personaje tiene una personalidad que identificamos al 100%. Desde la familia que está al borde de la separación, en donde vemos a un niño que sale con la peor parte, y que, si continúa así, su crecimiento no será de lo mejor. Una adolescente que ve el paso del tiempo y del trabajo. Una mujer a la que es criticada por ser mantenida por un hombre que sólo la visita por las noches, y que sus vecinos la tratan como prostituta, pero aún así ella es feliz con lo que tiene y por cómo es. Una familia de mujeres que recuerda muchísimo al mito de las tejedoras. Y quizá el personaje más emocionalmente empático sea el del zapatero, quien con diálogos fantásticos nos presenta una vida de cambios, una vida de la que, comparada con el nuevo inquilino, aprenderemos bastante sobre la nuestra.
De ella podemos aprender, de la novela, de la historia, de la propia narración, que está escrita con diálogos, diferente al estilo al que nos tiene acostumbrado el autor. La claraboya (que es un orificio en las paredes o en el techo que deja entrar la luz) sirve como un pasadizo para visitar los recovecos de cada uno de los habitantes de aquel hogar.

• DATOS •
Título Original: Claraboia
Autor: José Saramago
Año: 2011
ISBN: 978-607-11-1722-9
Páginas: 424

FRASES
• Hay palabras que se retraen, que se niegan, porque tienen demasiado significado para nuestros oídos cansados de palabras.
• Los tiempos son otros, pero los hombres son los mismos.
• ¿Cuántos se pasan la vida sin descubrir que son inútiles? A mi entender, sólo puede ser verdaderamente útil quien ya ha sentido que era inútil.


Calificación: 9/10

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