El Fugitivo (Capítulo 5)

CAPÍTULO 5
Me puse en el camino. Las calles se hacían más estrechas con cada paso que daba. Me aproximaba lentamente a una confrontación sin precedentes. Me aproximaba a un encuentro que sabía a priori que no tendría un buen resultado. Vaticinaba o una pelea o una discusión.
Los pasos que daba eran frenéticos, eran como si aún estuviera dentro de la cárcel y me dirigiera a mi ejecución. Quizá sí seguía «adentro» y esto era una alucinación o un sueño (con lo harto que estaba ya de los sueños). Pero no, era real. Al menos amenizaba mi caminata una canción en mi mente: Asuntos Delicados de Izal. Y recordé cuando era joven y asistí a su concierto. ¡Qué tiempos!
Llegué a la casa donde vivía Clara hace 15 años. No sabía si aún vivía ahí o si se había mudado. En 15 años pasan demasiadas cosas y no te enteras.
Toqué la puerta de madera. Ébano bien detallado. De aquellas puertas antiguas que sólo se ven en catedrales o en sitios arqueológicos la casa también era de la misma época. Casi colonia, casi gótica. Recuerdo cuando decíamos que vivíamos en la mansión del Conde Drácula. Los dos soñábamos despiertos. Éramos jóvenes.
El timbre sonó con una melodiosa sinfonía de 5 segundos. La puerta se abrió después de otros 5 segundos. Clara se asomó por la pequeña rendija que apareció.
-¿Sí? ¿A quién…?  -Me miró durante 5 egundos más-. ¿Eres tú?
-Sí, Clara. Soy yo.

No hay comentarios.

Publicar un comentario