Años Perdidos

Cuando uno duerme y pasan las horas sin que se entere de lo que ha ocurrido, en la tarde o en la noche, no se siente tan mal, porque es un acto deliberado, algo planeado o conciente. En cambio, cuando el sueño, o una pausa de la vigila, no es tan intencionado, se produce una gama de sorpresas cuando se despierta de ese letargo.
§
Pasaron varios meses para que una señal se hiciera presente. El doctor había dicho que era mejor esperar unos días más y después podrían decidir si seguir con la espera o terminar de una vez. Por supuesto, su familia estaba en contra de la eutanasia, pero ¿qué más podría hacerse? Era un vegetal desde hacía ya 7 años. Desde que tuvo aquel accidente de auto, cuando la camioneta se le puso en frente y ya no pudo frenar a tiempo. Cuando su novia le había dicho que era mejor que ese día, ese día exacto, no saliera porque sentía que algo malo iba a pasar. Y tuvo razón. Desde aquel día, David no había abierto sus ojos.
Sus ojos se abrieron. La luz entró sin aviso y pudo hacer que David observara los primeros objetos de su habitación en el hospital. También a la primera persona que se acercó a él, y le habló.
-¿David? ¡David! -Era una mujer la que se acercaba cada vez más, gritando-. ¡Enfermera, David abrió los ojos! ¡Enfermera!
Aquella mujer lo abrazó y lo besó en la frente.
-Gracias a dios que despertaste.
La enfermera entró a la habitación y revisó los signos vitales de David en el monitor. Le revisó la movilidad en los ojos, los reflejos musculares, y le preguntó a la mujer que estaba ahí:
-¿Hace cuánto tiempo abrió los ojos?
-Apenas. No tiene ni cinco minutos. -Decía emocionada la mujer.
-Está bien. Le hablaré al doctor para que lo revise mejor.
El doctor Fernández checó los signos vitales una vez más y quedó, una vez más, sorprendido.
-Parece una evolución, me atrevería a decir, milagrosa. -Dijo el doctor dirigiéndose a la mujer que seguía acompañando a David-. Sus signos vitales están estables y su recuperación ha comenzado a ser cada vez mejor. Tal vez no sea el mejor momento pero, de estar a punto de desconectarlo, ha tenido una mejoría extraordinaria. Aún debe de estar en observación pero los pronósticos han cambiado, ahora hay mayor probabilidad de que, en pocos días, pueda salir y volver a casa.
Tomó a la mujer del brazo y llegaron a la puerta alejándose de David para evitar que escuchara la conversación. A su vez, David había vuelto a dormirse desde que el doctor había entrado a la habitación, pero esta vez sí estaba dormido.
-Hablándole sinceramente, señorita…
-Cruz. Nayeli Cruz. Soy una amiga de David.
-Señorita Cruz. No esperábamos este tipo de reacción. Debe de recordar lo que le dijimos antes como diagnóstico.
Nayeli lo recordaba bien. El doctor, junto con otras enfermeras, le habían dicho que estaría en coma para siempre y que lo mejor sería desconectarlo. Por supuesto, ella y la familia de David, estaban en contra.
-Este “milagro” -y lo marcó con sus manos simulando las comillas- no debe tomarse a la ligera. Tenemos que seguir haciéndole estudios para llevar un seguimiento. Esperemos que no haya efectos secundarios tras este despertar repentino. Pero lo más importante es que -miró a David y dio un paso para acercarse más a Nayeli- no le diga que ha pasado siete años “dormido” -una vez más las comillas con las manos-. Debe darse cuenta por sí solo.
-Está bien. Pero, ¿qué le respondo si me pregunta el por qué estoy más grande?
-Dígale que ha crecido pero evite mencionar el tiempo total que ha pasado.
Nayeli se encontraba con David. Algunas tardes llegaba la madre de David para que Nayeli pudiera ir a casa a ducharse, a descansar, y a decirle a su esposo que volvería al hospital. También el padre de David iba al hospital pero no podía faltar más a su trabajo.
En el pasado, David y Nayeli habían sido novios. cuando ocurrió el accidente su relación ya estaba en las últimas pero aquella tragedia hizo que volvieran a estar juntos. Tal vez sin poder platicar, ni abrazarse, ni besarse, pero juntos.
David despertó y ahora sí pudo articular palabras.
-Naye, ¿eres tú? Te ves mayor. como si tuvieras 30 años.
Ella sonrió. No supo qué decir y dejó que su sonrisa hablara. David la conocía y supo que algo pasaba, tal vez no malo, tal vez algo bueno, pero supo que Nayeli le ocultaba algo.
-Dímelo. -Dijo David. Su mirada se endureció. Sus músculos crecientes que él creía aún de 23 años se movieron. su mano derecha se levantó y le tomó a ella su mano. Nayeli quedó desarmada ante esta muestra de vida-. Nayeli, dime lo que está pasando.
David le apretó un poco la mano y ella tembló. No pudo aguantar más y se lo contó todo.
-Le prometí al doctor que no te lo diría pero no puedo. Has estado en coma durante siete años. Has estado aquí todo ese tiempo, pero he estado a tu lado, esperando que despertaras, y lo has hecho.
David se sorprendió. El electrocardiograma mostró un aumento en el ritmo cardiaco pero se estabilizó después de unos segundos.
-¿He estado aquí durante siete años? ¿Tengo 30 años, entonces?
Nayeli esperó que su reacción, además de la observada en el monitor, fuera más agresiva o efusiva, pero no, fue tan calmada que ella misma se alteró un poco.
-Sí. Han sido siete años.
-¿Y qué ha pasado? Me refiero a que en estos siete años ha pasado algo ahí afuera. ¿Qué ha ocurrido? ¿Qué me he perdido?
Nayeli vaciló en comenzar a contarle lo que había pasado en el “mundo externo”. Trató de ubicar lo que podía y no podía contarle, lo que podría resistir y lo que no podría. Lo que ella quería contar y lo que no quería.
-Bueno. Ha habido siete superbowls. Ha habido 14 campeones en la Liga MX. Te sorprenderías quien aún no ha sido campeón.
-Sí, me lo imagino, pero no me refería a eso cuando te hice la pregunta. Me refería a nuestras familias, amigos. -David sonrió. Nayeli se sobresaltó.
-Bueno… sí.
-¿Qué pasa? ¿Por qué esa cara?
-Estos siete años… todo lo que ha pasado… -Nayeli no sabía cómo expresarse-. Me casé, con Julio.
David abrió los ojos como platos. Sus músculos se tensaron. Su mirada de sorpresa devino en enojo y después en tristeza.
-Entiendo. No podías seguir con un vegetal.
-No es eso. Simplemente no pude esperarte. Además nuestra relación estaba en decadencia. Ya no había mucho entre nosotros.
Nayeli comenzó a llorar. David la conocía y sabía que algunas veces su llanto era verdadero y otras era pura manipulación. El presente llanto era de la segunda opción. No había nada que él no conociera de ella, años de noviazgo le habían ayudado a entenderla.
-Sí, está bien. No hay problema. No te guardo nada de rencor. Te perdono.
-¿Me perdonas? ¿Tú me perdonas a mí? ¿Sabes cuánto tiempo he estado aquí, sentada como estúpida, esperando que abrieras los ojos aunque sea sólo un segundo, esperando que dijeras una maldita palabra?
-Discúlpame por tener un accidente y por…
-¿Te disculpo? Eres un imbécil, ¿lo sabías? Eres un idiota por no cuidarte y por tener ese accidente. Te has perdido de tanto. Te perdiste mi boda, te perdiste la muerte de tu hermana, te perdiste de varias cosas. ¿Es que no te das cuenta?
David se daba cuenta, pero lo que no entendía era porque Nayeli se encontraba molesta.
-Estuve varios días y varias noches al pendiente de ti. Creí que ya no despertarías. Varios doctores apostaban a que no despertarías, pero nosotros teníamos fe. Y despiertas y sólo dices que te perdone.
Nayeli se levantó de la silla y tomó su bolso. Caminó hacia la puerta y se detuvo en el umbral.
-Sigue recuperándote. Ahora sé que has despertado. Ya no me siento tan mal de que estés aquí como un “vegetal”, como dices tú. Sigue recuperándote. Espero que estés mejor. Ahora me siento mejor. Creí sentirme culpable por haberme casado y por no esperarte. Pero no lo siento. Adiós David.
Ella salió y cerró la puerta. David cerró los ojos y durmió, no sin antes pensar qué sería lo que haría después de salir del hospital.

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