El Fugitivo (Capítulo 7)

CAPÍTULO 7
Me encontraba en frente del dependiente, de Andy, sólo que mi rostro le llegaba al estómago. Con su mano izquierda me apuntaba al cráneo con un arma, sería el estreno de aquella automática. Ya antes había usado otras más, me había contado, y en la cárcel me habían recomendado aquella que ahora residía apresada en su mano. Estaba en “Armas De Andy”.

Me había acercado una vez más al dependiente y lo saludé.
   -¡Hey!, Andy ¿Qué tal te va?
   -Esta semana no ha habido muchos disparos. Además, parece que te ha ido bien. ¿No estabas dentro de la grande?
   -Creo que la Ley a Favor de la Paz ha funcionado. Eso escuché cuando estaba dentro, y sí, ya salí hace unos días-. Le tenía gran estima, pero no le iba a contar que me había escapado. Si estaba actualizado con las noticias que se esparcían, seguramente ya sabía que no estaba libre de manera legal.
   -¡Pamplinas! –Esa era la palabra favorita de Andy de aquel mes. Cada vez que comenzaba un mes, sin pérdida, la palabra cambiaba drásticamente. Recuerdo cuando pasó por su etapa española y decía «Guay» o «Joder», también por su etapa latina al decir «Vamo’a» o «Guey», y ahora era «Pamplinas». Pues ¡pamplinas! para él, yo sólo iba a conseguir un arma, a pesar de no gustarme-. Con la legalización de la verde volverán las ventas, y no me refiero sólo a ese aspecto sino a la violencia y a la seguridad.
   -Pues ya veremos. Y justo por eso vengo a verte esta vez, por la seguridad.
   -¿Alguna en especial? Me acaba de llegar una caja con escopetas y rifles, pero sé que aquello no te satisface.
   -Exacto. Prefiero lo clásico. ¿Alguna Glock?

Años antes (hace muchos, claro está), la primera vez que visité a Andy en su tienda de armas, no era precisamente el conocedor que ahora soy. Había ido para conseguir una pistola y así realizar el trabajo más fácil, pero sin comprar balas. Mi primer trabajo. Andy me ayudó a elegir la mejor, aunque a mí no me importaba cuál tenía más alcance o cual tenía menor grado de error. También me enseñó a disparar.

Ahora ya no necesitaba de ninguna ayuda, salvo para decidirme cual comprar. En la cárcel había utilizado pocas veces un arma, pero seguía con la convicción de que, si era mejor no portar ninguna, sería mejor, pero los demás no se fían de mi lema.
   -¿A dónde te has ido?
   -¿Qué? –Reaccioné cuando Andy cerró una caja. De aquella había sacado una Glock 17-. Me parece magnífica. Esta vez has dado en el clavo.
   -Bueno, al cliente hay que tratarlo como si fuera de tu familia. –Él pensó que así era, pero jamás le diría a nadie de su familia que se había escapado de prisión y tampoco el propósito del arma.
Andy me mostró el arma como si fuera una modelo que sale anunciando el clima (y a veces algunas cosas más si tienen un descuido). La sujetó con sus dos manos como si fuera un cristal y me explicó sus características. La volvió a colocar dentro de la caja, la cerró y sacó de su bolsillo de la camisa un cigarro. Lo encendió y le dio una calada.
   -¿Entonces? ¿Te la llevas?
   -Claro. Envuélvemela en un moño para llevar.
   -¡Pamplinas! Te la daré con una caja y un forro de cumpleaños.
   -Siempre tan puntual. ¿Cómo supiste que era mi cumpleaños?
   -Bueno, lo deduje, te vez más viejo que la última vez.
   -Eso no se lo debes decir a nadie. Y yo creo que eso tiene una razón muy buena, no venía desde que tenía 20. Creo que el tiempo en la cárcel pasa doble.
   -Por eso me conservo bien.
Quizá no significaba mucho lo que había dicho, pero para mí sí lo fue. Lo mejor que a uno le puede pasar es no ir a prisión. Quizá lo manden a un lugar cualquiera para hacer un trabajo cualquiera, pero ir a prisión, jamás. Antes muerto. Pero yo no tuve esa dicha. Era muy joven (bueno, no tanto) para saber lo que hacía (bueno, no tanto).

Andy tomó la caja con el arma dentro y me la dio. También me dio a firmar un recibo y le pagué. Las cosas claras hacen que mantengas amistades.
   -Espero que no necesites usarla pronto. Sé que no te gustan.
   -Sí, bueno, eso espero también, aunque depende del otro, ¿verdad? –Nos quedamos en silencio y después me despedí-. Volveré pronto. Quizá necesite algunas balas.

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