Despertar

Me desperté. Y él también se despertó. Siempre está vigilándome con su ojo omnipresente como aquel ojo que salía en El Señor De Los Anillos. Muy buena película, por cierto. A veces la vemos juntos, aunque no terminamos de ver la destrucción del anillo. O, ¿sí?
Entonces me saluda como siempre lo hace en las mañanas: me da un beso en las mejillas y deja un poco de su saliva en ellas. Siempre lo hace (y me río tanto que no puedo con ella, y lágrimas caen). Extiende su brazo para tocarme y yo lo abrazo para transmitirle mi calor. Aun me siento un poco somnolienta, así que no percibo completamente su cuerpo sobre mí. Sólo siento su calor al tocarme.
Me da un beso en los labios y yo se lo devuelvo. Mi boca comienza a abrirse más para que su lengua pueda estar en contacto con el vacío de mi garganta. Saliva, aliento, sangre, vida; todo unido.
Y cómo si todo fuera sensible al menor movimiento, y como si un terremoto sublime comenzara a manifestarse, todo comienza a moverse convulsivamente. Todo comienza a saltar, a gritar, a girar, a retorcerse cual gusano lleno de sal.
Y despierto completamente. Tengo que ver si hay daños colaterales en la casa. Tengo que mover los muebles después del sinestro. Tengo que ordenar lo desordenado. Tengo que limpiar lo que terminó sucio. Y así s como termino una mañana llena de desastres naturales.
Y espero la siguiente mañana para un nuevo desastre. Para volver a sufrir. O, ¿no?

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