Mujer XVII (Primera Parte)

Esto tiene que terminar, no lo soporto están desagradable que mi estómago se revuelve y la sensación de vomitar; es como si el vómito fuese un mensaje, como si pudiera vomitar fuese lo mismo que la verdad saliera a la luz. Todo acto tiene su consecuencia y obligaciones, pero… nunca pensé que todo el peso cayera sobre mí. No culpo al ser que está desarrollando en mi interior. Esto tiene que terminar, aun así, no sé qué camino elegir. Él está ahí revisando que todas las telas no tengan ningún defecto, se ve tranquilo como si todo fuese normal para él. Esto debe de terminar.

 — Eduardo tengo algo importante que decirte. — el simplemente voltea y me mira un poco sonriente.
— Pero que pasa. Hay algo…
— Necesito hablar contigo nos vemos a la hora de la comida. — Ni siquiera deje que terminara de hablar, estar con él me produjo un asco que incluso no podía pensar en la comida que me preparo mi madre, mi piel y todo mi cuerpo tenía una sensación de estar sucia. Solo pensé que fue lo que hice para merecerme esto.

Mientras pasaba el día el solo me miraba, como teniendo una mala sensación, por un momento pensé que se estaba imaginando lo que le iba a decir. Estar ahí adentro del almacén me producía más asco y en ocasiones sentía que el oxígeno me hacía falta. No pude más así que me propuse salir del almacén y subir una escalera que daba hacia la tienda donde las telas son expuestas a la vista de los clientes en hermosos vestidos, blusas, calcetas que llegan de los pies hasta las rodillas, corbatas, camisas… etc. Por lo general nadie del personal podía subir a la tienda; pero en ocasiones cuando mi superior estaba ausente y la falta de cámaras de seguridad. Mi amiga era la que a veces me invitaba a subir y platicábamos de varias cosas, pero en esta ocasión todo era distinto solo había subido para tomar un poco de aire y distraerme con los vestidos. Cuanto miré el reloj ya casi faltaban quince minutos para la hora de la comida, así que me propuse a bajar, pero de pronto mi mirada fue cautivada por unas de las clientas que se estaba probando un vestido corto y floreado, su cuerpo era perfecto, cabello castaño y su mirada resaltaba aún más con esos ojos cafés claros. Era una dama de primera una clienta que podía comprar todos los vestidos de la tienda si quisiese, todos los demás clientes la miraban; aquel aroma que provenía de ella atrapaba el aliento de todos los clientes, nadie podía culparlos en verdad era hermosa, en un instante volteó a verme y sus labios eras la tentación de cualquier hombre, lo único que pude hacer era mirar a otro lado no podía competir con alguien así, solo escuche que compro seis artículos y pago mediante un pagare a nombre de Vanessa García Ferrer. Ya era hora, mi corazón se aceleró y mi mente quedo en un licuado de recuerdos todo lo que tenía en mente se había ido, baje por las escaleras y busque a Eduardo; pero él no estaba en el almacén y vi a unos de sus amigos el cual el me respondió que había bajado por la escalera que dan por la puerta de atrás, así que decidí bajar por aquellas escaleras, mi mente quedo en blanco por cada paso que daba, presentía que algo malo iba a ocurrir; me estaba volviendo loca por esta situación por fin llegue al final del pasillo y la puerta estaba frente a mí. Abrí aquella puerta y ahí estaba Eduardo, como sabiendo que lo iba a encontrar en este lugar. El solo camino unos pasos hacia atrás y se recargo en la pared paciente y atento de lo que le tenía que decir.

Me acerqué un poco y el volvió a verme de nuevo con la misma sonrisa de siempre solo que esta vez no le correspondí con la misma sonrisa como siempre lo hacía.

— Y bien que me ibas a decir que este día te he visto preocupada todo el tiempo

—  Estoy… estoy embarazada de ti.

En ese instante se creó un vacío en mi interior y el silencio se apodero de los dos que estábamos ahí.

—  Como un hijo mío dices… ah este… ¿desde cuándo?

— Hoy en la mañana pensé que estaba enferma, pero fui a la farmacia y pude comprobarlo con una muestra de embarazo.

—  Por un momento pensé… mi amor es nuestro hijo.

Cuando oí eso las lágrimas brotaron en mi interior. Siempre quise tener a un bebé; pero no así, no de esta manera.

—   Eres un maldito violador como te atreves a decir eso, nuestro hijo, eres un maldito yo nunca quise… tú me embriagaste, lo que siento por ti es odio. —  Sentía tanta ira, solo pensaba en que mi mundo se derrumbaba por completo.

—  Como puedes decir eso… acaso no lo quieres tener. Sofía siempre te he amado, siempre deseé estar contigo. Cada vez que te miraba; solo pensaba en ti, eras la dueña de todo lo que es mi ser.

— ¡Maldito infeliz! Tenía novio, yo nunca te quise jamás nunca. Y si voy a abortar, la criatura que se está desarrollando en mi vientre no tiene la culpa de nada, tú lo eres, eres el culpable de todas mis desgracias. Te odio como no tienes idea.

Mi mente se nublo y por reacción levante mi brazo y mi palma fue a dar en la mejía derecha de Eduardo, él se quedó inmóvil mirando, hacia la dirección donde se dirigió mi palma. Por ultimo lo escupí en el rostro y dije más cosas que fue difícil recordarlo después; solo recuerdo que tenía que contarle a Tomás de lo sucedido, sabía muy bien que él estaría a mi lado sea cual sea mi situación… él me iba a apoyar…


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