Ctrl+Z

En la vida hay momentos en los que uno se siente decepcionado, cabizbajo y hasta deprimido. En esos momentos uno cree, siente, piensa, que la vida no vale nada, no vale vivirla, que todo lo que se haga va a quedar en el olvido después de la muerte y no sobrevivirá ni su recuerdo. Es por eso que algunos no soportan más y se suicidan. Otros más valientes siguen sobreviviendo. Los que de verdad creen poder seguir, y los idiotas, son los que viven cada día. Algunos quieren repetirlos.

§
En la calle se iluminaba con la luz de las farolas. Caminaba sin un rumbo fijo pues no tenía a donde ir. Las personas que creía que eran sus amigos, su familia, su amor, lo habían abandonado. Había salido de su casa desde la mañana y tenía pensado dirigirse a su laboratorio, pero lo pensó mejor, ya nada había allí que le importara, salvo una cosa: su computadora.
Hacía algunos meses que trabajaba en una computadora especial, una que fuera de lo más rápida, que pudiera realizar tantas cosas en un segundo, resolver operaciones cuánticas. Ése era su sueño: ser un físico cuántico y publicar sus teorías.
Decidió que iría a su laboratorio para recoger su computadora. Después cerraría con un candado y se dispondría a buscar un trabajo que le gustara y no como los que ya había rechazado o de los que había sido despedido por estar “sobrecalificado”. Una palabra muy extraña. Un resultado aún más.
Su inteligencia no lo dejaba en paz en ningún momento y pensaba y pensaba en todo momento. Hasta en sus sueños pensaba. En ellos había encontrado algunas de sus teorías más interesantes. Una de ellas era la de la Gravedad Giratoria. Planteaba que si había una Gravedad que atraía los objetos al centro de uno mayor, también debería haber una que alejaba a los objetos. Después de enteró que alguien había dicho lo mismo y lo había bautizado como Energía Oscura. Lo que variaba de una teoría y otra es que en la que él planteaba se podían encontrar puntos de reflexión en el planeta y, al estar en contacto con ese punto, la materia giraba infinitamente, creando un hoyo negro.
También había tenido visiones sobre inventos. Uno de ellos era el Hológrafo Temporal. Un objeto que permitía contactar a cualquier persona en cualquier lugar, a cualquier momento, en cualquier época de la historia, sólo bastaba que la otra persona aceptara la invitación a la llamada. Bastaba con decir Terminar Llamada para que finalizará la comunicación. Por supuesto, aún se encontraba en fase de desarrollo.
La idea que tenía en esos momentos no estaba tan alejada de las historias de ciencia ficción. Trataba de modificar su laptop a una máquina cuántica. Había leído que era imposible pero para él no existía esa palabra. Quería que su computadora lograra realizar lo que harían 100 máquinas al mismo tiempo. Que resolvieran problemas 200 veces más rápido que las convencionales.
Caminó a su casa y entró. Se sentó en el sofá y colocó la computadora sobre sus piernas. Tecleó algunas letras y números y la pantalla se iluminó. Tecleó otras y apareció una ventana. Tecleó otras y apareció Microsoft Word 2017. Escribió algunas palabras pero decidió borrarlas. Tecleó “CTRL+Z” y se borró todo el texto. Se imaginó que si seguía presionando las mismas teclas borraría lo hecho y, por juego, las volvió a presionar. Apareció parado en la calle, sosteniendo su computadora en los brazos. No supo que hacer así que caminó de nuevo a su casa y se volvió a sentar. Estaba sorprendido.
Volvió a teclear “Ctrl+Z” y una vez más se encontró parado en la calle sosteniendo su laptop. Por curiosidad volvió a presionarla y se encontró sentado en una silla del salón donde tomaba clases.
-¿Estás bien? -Le preguntó una compañera.
-Sí. Es sólo que…
No terminó de hablar pues volvió a presionar las mismas teclas. Retrocedió en el tiempo bastantes días, semanas, meses, hasta llegar a un día en especial: el día en que su novia se había suicidado.
Marlen se subió a un árbol y simuló dejarse caer. Por supuesto me sentía preocupado por si pasaba algo que no estaba en sus planes. Todo iba bien. Estábamos felices, jugando. Pero todo se turbó cuando me dijo que iba a ir al sanitario. Yo me quedé sentado en el pasto, esperándola, hasta que pasaron más de 20 minutos. Creí que había ido a comprar algo así que esperé un poco más. Ya habían pasado tres cuartos de hora. Me levanté y fui al baño. Grité su nombre pero nadie respondió. Me asomé a los lugares más cercanos que había pero tampoco estaba. Entró una chava y le dije que si me hacía el favor de revisar en los cubículos por si estaba ahí. Ella entró y creí que ya no saldría pero de repente escuché un grito. Salió corriendo sin decirme nada y, mirando a los lados, entré al baño. En el último retrete estaba Marlen, con los brazos y las manos llenos de sangre, con navajas de afeitar en el piso, con lágrimas en los ojos.
Su novia se había descolgado del árbol. Le había dicho a él que en unos momentos regresaba, que iría al sanitario. Él dijo que sí. Cuando ella iba a entrar él se levantó y la siguió. Entró detrás de ella. Marlen entró al último cubículo mientras que él se metió al que estaba a un lado. Él escuchó como se abría un cierre y extraía algo. Se volvió a escuchar algo, algo que colocó en el azulejo del piso. Él se subió al retrete y trató de ver lo que hacía pero sólo llegó a ver su cabello negro. Ya no aguantó más y se dirigió al cubículo pero la puerta estaba cerrada. La golpeó y gritó que la abriera. Ella no lo hizo. No importó cuantos golpes le diera, ella no la abrió y terminó igual que en el pasado (o que el presente, una vez más).
Las patrullas y las ambulancias llegaron 30 minutos después. Fueron notificadas por una chica que iba a entrar al baño y escuchó el llanto.
Él terminó en un centro psiquiátrico.
La computadora fue confiscada y guardada en la bodega de artículos decomisados para luego pasar a manos de una organización desconocida.

No hay comentarios.

Publicar un comentario